En fin. Uno de mis temas en la vida es Japón, y específicamente su cultura, y más específicamente todo el tema histórico que va desde el período sengoku hasta el Meiji—léase, todo lo que involucra a los samurái.
No voy a hacer un post sobre
eso, o por lo menos no todavía, pero si voy a aprovechar esta mañana de domingo
para una recomendación de las cinco películas de samurái (en japonés las llaman
jidaigeki) que, por una parte, están
entre mis favoritas y, por otra, están buenas para entrarle a subgénero por si
es algo que te atrae y ni idea de por dónde empezar.
Así que, de wan:
13 Assassins
十三人の刺客
Director: Takashi Miike
Año: 2010
Elenco:
Koji Yakusho, Gorō Inagaki, Hiroki Matsukata, Yusuke Iseya, Takayuki Yamada.
Uno se lamenta que Miike que no
haya hecho más pelis de espadas, porque entre esta, Hara-Kiri y Blade of the
Inmortal, hermanazo, qué talento tiene este man para el cine de época.
Pero eso no sorprende a quien
lo conozca. En esta ocasión asistimos a una misión suicida de tintes
históricos, porque el gran señor Matsudaira Naritsugu está lo que llamamos los
latinos “desacatao’”. El tipo es sádico como pocos, abusa de su poder, tortura
gente y nadie lo puede frenar porque es familia del shogun, está protegido por
la gente más poderosa del Japón.
¿Cómo se mata a un intocable?
Aparentemente con lecciones de Los Siete Samurái; esta peli fluye mucho
como una versión moderna y muchísimo más sangrienta que ella épica elemental de
Kurosawa. Son 13 los desgraciados que reciben el contrato para matar a
Naritsugu (Goro Inagaki) durante un viaje y, liderados por Shinzaemon (Koji
Yakusho) y Saheita (Hiroki Matsukata), pasan por todos esos pasos de
reclutamiento, acoplamiento del equipo, viaje y batalla imposible que
resultarán familiares para el que haya visto la antedicha—hay hasta un bandido
desadaptado pero carismático en el grupo.
Pero esta es una peli con
identidad propia que sale adelante gracias al carisma de su elenco, a su
excelente ambiente y fotografía y que, pues, que este es Takashi Miike, papá.
En manos de un director inferior, la peli se habría ido al garete, pero acá
compenetras con el equipo (¡y de qué manera!), tendrás tus favoritos y cada
muerte será lamentada. Koji Yakusho está excelente, como siempre, de
protagónico y el Naritsugu de Inagaki es un villano que justifica la violencia
y la atrocidad, de verdad que es un malo de esos que se quedan contigo después
de que la peli terminó.
Dicen que hay pocas cosas más
japonesas que una misión épica destinada al fracaso y no te diré si acá
triunfan o no, porque vale la pena que lo veas por ti mismo. Si no vacilas
viendo 13 Assassins, no te va a gustar el cine de samurái. Te sugiero películas
de Hello-Kitty.
Ran
乱
Director: Akira Kurosawa
Año: 1985
Elenco: Tatsuya Nakadai, Mieko
Harada, Mansai Nomura, Akira Terao.
Ya que lo mencionamos, vamos a
entrarle de una vez a Kurosawa en una de sus películas más bestias, una versión
de El Rey Lear mezclado con la vida
de Mori Motonari, uno de los daimio más famosos de las guerras samurái.
Ve esta premisa y dime si no
llama: Hidetora Ichimonji (Tatsuya Nakadai) es un poderoso daimio (señor
feudal) entrado en años que quiere heredar a sus hijos en vida, para evitar que
estos se agarren a cuchillo para ver quién se queda con las tierras y las
riquezas que él ha reunido. Todo va bien por un tiempo, pero cada hijo se va
envenenando por diferentes motivos, poniéndose a creer que ellos merecen ya no
sólo la supremacía sobre los demás hermanos, sino la propiedad completa del
clan por encima de su propio padre.
Se desata una sangrienta guerra
civil en el clan Ichimonji donde ni siquiera el que empuña la espada sabe quién
realmente le manipula.
Mi pana, la gente que sabe dice
que esta es la película que mejor retrata lo que aquellas guerras debieron ser
y la verdad es que hay escenas dantescas bélicas dirigidas como sólo Kurosawa
sabe, la vaina transcurre como una pesadilla. La tragedia la vemos
principalmente por los ojos de Hidetora, interpretado por un Nakadai digno de
Oscar (súper envejecido, muy buen maquillaje) y acompañado por su bufón Kyoami
(Peter), que se roba cada escena en la que está. Pero a mí quién me sorprendió
fue la Dama Kaede (Mieko Harada), que trae una voz femenina regularmente
ignorada en este tipo de épicas y que te dice que una cosa es la leyenda de los
samurái y sus batallas gloriosas y tal, y otra son las muy reales consecuencias
de la guerra, donde la violencia crea enemigos que tú ni sospechas quiénes son y
ni sabes por qué duermen a tu lado.
Una tragedia bien shakespereana
y bien japonesa. Y hablando de sangrero y violencia…
Kubi
首
Director:
Takeshi Kitano
Año:
2023
Elenco:
Takeshi Kitano, Hidetoshi Nishijima, Tadanobu Asano, Ryo Kase.
El que sepa quién es Beat
Takeshi, nombre popular de este director, ya sabe más o menos qué esperar y por
qué los fans del período ansiamos el estreno en occidente de esta peli que no
decepciona.
Kubi (que se traduce a “cuello”,
pero yo mejor lo traduzco a “pescuezo”) es una historia bastante realista sobre
la caída de Oda Nobunaga y el ascenso de Toyotomi Hideyoshi. Pa’ quien no sepa,
esos dos fueron de los grandes unificadores del Japón, pero mientras Hideyoshi
era un experto político y negociador, Oda era un bruto sanguinario, un demonio
en la tierra a quien sus propios vasallos no se calan más, especialmente Akechi
Mitsuhide (Hidetoshi Nishijima) y su alto pana Araki Murashige (Kenichi Endō). La
película de hecho abre con la rebelión de Murashige, justificada, contra las
atrocidades de Nobunaga y el resto de la historia es consecuencia de esos
momentos, con un vasallaje que dice que, ajá, le deben lealtad al señor del
clan (algunos, como Hideyoshi, le deben literalmente todo lo que son), pero
¿cuáles son los límites de esa lealtad?
Ojo y advertencia con esta
película: De todas las que tenemos acá, esta puede ser la más cruda tanto en
violencia como en sexualidad. No sé si lo sabes, pero en el Japón feudal las
relaciones homosexuales no eran mal vistas y muchos de los grandes daimio
tenían sus amantes masculinos con quienes se iban de campaña. En este caso,
Nobunaga (Ryo Kase) tenía a Mori Ranmaru (Kanichiro) y la vaina se ve en todo
su esplendor, si tus sensibilidades no soportan ese tipo de cosas, stay away
from this movie.
Pero para el fan histórico,
esta película es una joya. Sale Hattori Hanzo Masanari (Kenta Kiritani) entre
otros shinobi retratados con un toque de fantasía, a Hideyoshi lo interpreta el
propio Kitano muy, pero que muy bien, y Tadanobu Asano, de quien te enamoraste
en Shogun, hace acá de uno de los
principales tenientes de Hideyoshi (Kuroda Kanbei) en otro papelazo como este
man siempre se lanza.
Aquí no hay que mirar pa’ los
lados, si te interesa el Japón feudal retratado sin glamur y cómo realmente era
(quizá), tienes que ver Kubi.
Sekigahara
関ヶ原
Director:
Masato Harada
Año:
2017
Elenco:
Kōji Yakusho, Junichi Okada, Kasumi Arimura, Takehiro Hira, Ayumi Ito.
Esta es muy buena para verla
después de la anterior, porque echa el cuento de cómo, tras la muerte de viejo
de Hideyoshi, sus leales se pelean por el trono, culminando en la fatídica
batalla de Sekigahara, que determinaría el curso del país por 400 años.
Esta es la historia de una de
las grandes rivalidades del período sengoku,
aquella entre el noble y leal Ishida Mitsunari (Junichi Okada) y el bribón
y complocero Tokugawa Ieyasu (Koji Yakusho otra vez, en el mejor rol de la
película, y mi papel favorito suyo). Ya lo he dicho, que no hay una cosa que a
los japoneses les guste más que un buen fracaso y esta cinta destaca porque,
donde generalmente se ve a Mitsunari como un villano (de hecho es así como es
retratado en Shogun, en el personaje
de Ishido), acá funge de protagonista, como un tipo que, sí, aspiraba al poder
pero también blandía razones más o menos nobles de honor y fidelidad que lo
elevaban sobre sus coterráneos en aquella época de traición.
Esta peli tiene un problema,
que es que si tú entras a verla sin contexto histórico (sin saber quién es
quién y por qué esas enemistades tenían años infectándose), es probable que no
entiendas por lo menos la mitad de lo que vas a ver. Pero para el iniciado,
esto es una maravilla desde que arranca hasta la batalla final, ajustada a lo
que realmente pasó.
Ficción histórica sabrosa,
chamo, porque muchas lagunas históricas se llenan con personajes de los que se
sabe poco o que directamente son ficticios, pero que enriquecen mucho la trama
(ojo con las mujeres shinobi—ninja—de esta peli). Recomendada de todo corazón,
pero eso sí, échate una leidita antes que la peli no explica su contexto.
Kagemusha
影武者
Director:
Akira Kurosawa
Año:
1980
Elenco:
Tatsuya Nakadai, Tsutomu Yamazaki, Hideo Murota.
Esta es otra cuyo concepto
sencillamente me encanta, ve: Se sabe que el gran daimio Takeda Shingen usaba
varios dobles para huirle a los asesinos. Bueno, Kagemusha establece que Shingen no murió cuando, históricamente,
cayó herido de bala sino mucho antes porque uno de sus dobles (un “guerrero
sombra”) asumió su papel para preservar la estabilidad del clan y de la
sucesión. El problema está en que este doble, que es tan idéntico que Shingen
especula que debe ser hermano suyo, es un vulgar campesino pata en el suelo sin
la menor idea de cosas de estado o de la corte.
Queda en manos de los vasallos
de Shingen el sostener la farsa ante los enemigos… pero también ante los
amigos, porque al heredero Katsuyori (Kenichi Hagiwara) no le hace ninguna
gracia que un recién vestido le quite lo que es suyo…
Esta película realmente
pertenece a Tatsuya Nakadai, de quien ya hablamos en el segmento sobre Ran, y que acá hace tanto de Takeda
Shingen como del impostor, y el contraste entre ambos hombres no podría ser
mayor—cuesta creer que sean el mismo actor, de forma que el artificio de la
película funciona con uno como audiencia.
Pero ojo, que así como he hecho
advertencias con otras pelis, acá toca lo propio; Kagemusha tiene un “lenguaje” muy de cine japonés, mucho más que
otras películas del mismo director antecesoras de esta. Con eso quiero decir
que si estás acostumbrado al cine de Hollywood y nunca has visto una peli
europea, no digamos japonesa, es probable que no entiendas esta peli (la primera
vez que la vi, tendría yo 21 o 22 años y ni idea, la peli me pasó por encima).
No pasa nada, que uno se acostumbra a esas formas de cine y eventualmente les
agarras el hilo, pero eres tú el que se tiene que ajustar a la peli, Kagemusha no hace la tarea por ti.
Y si le pones, verás una
historia sencillamente inolvidable y bien, pero re-bien japonesa, jajaja. Ya
verás a qué me refiero.
UNA ÑAPA: Yojimbo
用心棒
Director:
Akira Kurosawa
Año:
1961
Elenco:
Toshiro Mifune, Tatsuya Nakadai, Eijirō Tōno.
No se puede hablar de este cine
sin mencionar a la grandísima, otra más del sensei y ya puedes ver por qué la
huella de Kurosawa es tan grande en el género, por no decir en todo el cine
nipón. Diría Kurosawa que Toshiro Mifune no habría sido quien fue si no hubiese
salido en sus películas… pero sus películas no habrían existido sin las
actuaciones de Toshiro Mifune.
Y mira, ya en Los Siete Samurái se veía que el
protagonista de esta peli era una estrella nata, pero el rol que hace aquí
derrocha carisma y, en efecto, el pana lleva la película sobre sus espaldas en
el rol del misterioso ronin Sanjuro, un tipo bien distinto a los demás samurái
porque es maleducado, harapiento, desaliñado y lo que le preocupa es el dinero
y su propio beneficio (o eso nos quiere hacer creer). Eso sí, nadie le gana con
la espada y por eso es tan solicitado entre dos facciones en guerra de este
pueblito al que ha llegado. Por un lado está Seibei (y su peligroso matón, Uno—de
nuevo Nakadai partiendo la liga) y por otro espera Ushitora (y su esposa y
verdadera dueña, Orin), y Sanjuro manipulará a ambas facciones, explotándolas
en beneficio propio… mientras se pueda.
Chamo, Yojimbo es una película
que merece su propio post. Acá ya hablamos de su prota y un poco de la trama,
pero es que la fotografía también es espectacular, una peli en blanco y negro
donde todos los elementos del escenario (atención con el clima y el uso del
viento) representan algo. Quizá más conocida que esta es el remake italiano y
vaquero Por un Puñado de Dólares, pero
quien ha visto ambas sabe que la palabra “remake” no se ajusta bien al caso; es
más bien dos versiones de la misma historia, pero con unos directores tan
idiosincráticos que una sabe bastante diferente a la otra.
Si Yojimbo fuera birra, sería un elixir. Si fuera comida, sería el mapuei del mondongo. Si fuera música, sería el disco blanco de Los Beatles. Es una obra que, más allá de los trappings de su época, se deja colar (y entretiene) rato largo más que películas del año pasado. Si eres de los que no ve pelis en blanco y negro porque eso es un esfuerzo demasiado grande para tus atrofiadas dendritas, hermanazo, está difícil que alguien te salve. Pero si eres un comando del cine, un legendario del celuloide, un matatán del audiovisual, Yojimbo es una de las mejores películas en la historia, así, en general, de cualquier género.