Una de las prácticas que tenemos aquí en la casa es ponerle el ojo a lo que
esté en la palestra en cuanto a cine de terror, pero sin ver tráiler ni reseñas
ni nada de nada, sólo el nombre de la peli y si acaso el afiche.
Con eso, nos hemos llevado bastantes culazos que no sé si alguna vez
comente en este blog porqué dígame usted, ¿qué se puede escribir sobre Skinamarink? Una película con 15
minutos interesantes y 75 de creepypastas y boludeces que se ven en TikToks “de
miedo”. Siendo fan acérrimo del euro y particularmente del horror italiano, me
llevo muy bien con películas que parecen poemas donde lo principal es lo
estético, pero al menos Lucio Fulci rodaba con un libreto. Que se lo supiera
explicar a sus actores es otra cosa, pero tenía a un señor llamado Dardano Sacchetti
que salía al final como “libretista”. Skinamarink prácticamente no tiene trama
y, por ende, hay muy poca película. De lo peor que he visto.
Nos pasó también con Speak no Evil,
que estaba recomendadísima por algunas voces en las que generalmente no confío
y mardición que debí guiarme por mi instinto. Yo me imagino que hay gringos (y
daneses) a los que eso les da miedo, pero acá estuvimos los 90 minutos
gritándole a la pantalla, a ver si los personajes usaban la cabeza. Un latino
jamás caería en lo que le pasó a esa gente porque a la primera de cambio
asumiríamos lo peor—quizá por esto mismo es que no hay latinos en una docena de
Viernes 13, sabemos que si un bosque está maldito, allá tú si vas al Crystal
Lake a fumar mota y a que te enchurre El Cucui.
A Dreadstream también le
entramos a ciegas, y esta es una peli que te captura desde que arranca. La
historia versa sobre un pelmazo de esos que florecen únicamente en algunas
esquinas de internet; en los años 90’ teníamos programas de Laura Bozzo y Jerry
Springer para mostrarnos la letrina de la humanidad, y hoy en día tenemos a
influencers y YouTubers de diversa índole, gente que hace jueguitos y bromas
queriendo llamar la atención. Shawn Ruddy era de los más populares, hasta que
una desgracia ocurrió y lo cancelaron. El pana hizo su mea culpa obligatorio, pero no fue suficiente así que para
Halloween tiene un plan con el que revivir su “carrera” y audiencia:
Shawn va a pasar una noche entera en una casa embrujada, grabando todo sin
escapatoria posible, y con la regla de que si ve algo raro, tiene que
investigar.
La peli no es una grabación descubierta tipo Bruja de Blair o Paranormal
Activity; acá todo transcurre tal cual como un livestream en Twitch,
incluyendo comentarios de la audiencia y Shawn hablándole a la cámara y dejando
registro de todo en primera y tercera persona. El truquito está bien logrado
desde todo punto de vista, porque lo que hace parece real y la misma
personalidad del tipo se la has visto a un gentío en YouTube.
Hay gente que por un like, es capaz de venderle la mamá a unos traficantes
de órganos.
Egocéntrico, ridículo, attention whore y moralmente indigente, Shawn es
arquetípico y si estás esperando que el tipo entre a la casa y consiga espantos
de verdad, pues sí, es una trama que no luce demasiado original—hay un capítulo
de Cuentos de la Cripta, segunda
temporada, si no me equivoco, donde a Morton Downey Jr. le pasa exactamente lo
mismo.
Pero lo que diferencia a Deadstream de, digamos, 1408 (el excelente cuento
de Stephen King), es que, aparte del formato, acá manejan la comedia
maravillosamente. La peli pareciera cabalgar a medio camino entre la primera Evil Dead y la segunda, y por eso elegí
el poster de la peli que tiene este post, porque a veces pareciera un homenaje
a la cabañita diabólica de Sam Raimi. Esto lo digo en el mejor de los sentidos,
porque ni lo sobrenatural es un fusil ni Shawn es una copia de Ash; es más bien
un personaje con un arco bien definido que brilla gracias al excelente
performance de su intérprete (y co-director de la cinta), Joseph Winter.
Lo otro es que esta es una comedia terrorífica que funciona porque el
libreto de verdad da risa. Escrito por Joseph y su esposa y co-directora
Vanessa, acá hay extensísimas referencias a la cultura de internet y al cine de
terror; de hecho, esta es una película que solamente funciona por cómo nosotros
conocemos a las redes sociales y a los memes. Es un elemento fundamental de la
trama y hay un comentario ahí sobre quiénes y por qué gravitan a estos
espectáculos de llamar la atención a toda costa, pero el subtexto solamente
funciona si no se entromete con la diversión, y los Winter lo saben. Acá
vinimos a asustarnos y reírnos, los regaños y el sermoneo guárdalos para
después.
Estamos en presencia, pues, de un clásico instantáneo en esta excelente era
que está viviendo el cine de miedo. No sé con cuánto habrán rodado la peli,
pero no creo que haya sido mucho dinero a juzgar por la locación, el diminuto
elenco y algunos momentos que se ven demasiado baratos, pero como es una
película sin pretensiones, que sabe exactamente qué es, la vaina fluye.
Deja de picarle una torta y darle besitos en las patas a una estafa como
Skinamarink. Aquí está una peli que usa a la internet como debe ser, tan bien
llevada que te lamentas que sea una obra de ficción. Deadstream es de lo que
hablamos cuando hablamos de comedia de horror.