Te reto a que expliques con lógica a Puppet Master.
Ese es un reto que ni los productores de esas películas
pueden cumplir, pero acá haré el esfuerzo metiéndome en el subsuelo, en la
cloaca, en las alcantarillas del cine que es donde toca hacer vida. Porque te
quiero.
Puppet
Master, hecha directo-a-video
y que nosotros en Venezuela disfrutamos gracias al mal gusto o la necesidad de
alguien en RCTV, es una franquicia que consta, mi hermano en Cristo, de quince
películas a la fecha de redacción, quince,
eso es un uno con un cinco, donde la mejor del montón (o la peor, depending
on how you’re wired inside) se llama The
Littlest Reich, la peli donde las marionetas son herederas del imperio nazi
y van por ahí cometiendo crímenes de odio.
Pero para hablar del choque con muelto que es Puppet Master como franquicia, hay
primero que hablar de Dolls, pero no
puedes hablar de Dolls sin primero
tocar Ghoulies, es decir que hay que
hablar de Gremlins.
Y de un man cuyo nombre no le va a sonar a nadie y sin
embargo es una de las personas claves en la configuración del cine barato por
algo así como dos décadas: Charles Band, auto-reconocido buhonero del cine.
Cuando a Band se le ocurre la idea para Puppet Master, él ya tenía años de años
haciendo cine insultante y barato, pero muy creativo, y aún hoy presume de haber
vendido una película de Linda Blair donde la famosa actriz apenas sale—Savage Island, de 1985. Por esa
película, que Band y Ted Nicolau hicieron con recortes de otras dos películas,
Linda Blair se ganó el Golden Raspberry a peor actriz, distinción que comparte
con la ganadora del Oscar Halle Berry, también ganando $50 mil por una sola
noche de rodaje y Savage Island terminó
haciendo un 400% sobre la inversión en el mercado de video para Charles Band y
su empresa de ese momento, Empire Pictures. So you tell me who’s the fool here.
But
I digress; Mientras Steven Spielberg, Chris Columbus y Joe Dante calentaban
motores para Gremlins, una peli de
monstruitos que se apoderan de un pueblito en navidad, Charles Band tenía por
su lado una idea para un afiche de un monstruito grotesco que sale de un
retrete con un tagline irresistible: “Ghoulies:
THEY’LL EAT YOUR ASS.”
Ambas
películas son bastante diferentes entre sí, la verdad, pero aunque Ghoulies entró a producción primero, se
quedó sin plata a mitad de camino, permitiéndole a Dante ganar con Gremlins la carrera al estreno.
Los gremlins como concepto y artilugio narrativo no dan
para mucho más que esa película (el propio Dante lo sabía cuando hizo la secuela,
y se nota), pero Gremlins demostró
que había negocio para películas de bichitos feos y de ahí vienen Critters, Troll, Hobgoblins, una vaina
que la conocerán en su casa que se llama Munchies
y vaya usted a saber qué cantidad de títulos hechos todos con un cupón de
mercado y una caje’ cigarros. Muchas de esas películas tienen sus méritos—Critters es una de esas raras sagas
donde la segunda película es mejor que la primera—y aunque la mayoría es
totalmente olvidable, todas hicieron plata para sus creadores porque salieron
directo-a-video.
¿Y sabes qué película sí salió en el cine y resultó un éxito
en taquilla?
Ghoulies.
A diferencia de las pelis de los grandes estudios con las
grandes estrellas, una direct-to-video está hecha desde el inicio bajo la
premisa de que esto será de bajo presupuesto, con actores desconocidos,
explotando algún elemento de la trama como el sexo, o los carros, o la acción,
o el horror, y la idea es que tú inventes un arte para la portada que se vea
interesante en los anaqueles de la tienda de video, para que la gente rente la
película bajo la impresión de que hay algo qué rescatar ahí. Esto es
Roger-Cormaniano de librito. Para el momento en que la gente se da cuenta de
que rentaron fucking Hobgoblins 2, ya
es tarde, ya pagaron, ya ahí te toca tu platica y como la inversión fue tan
baja, vas a tener ganancias. Es el mismo modelo de negocios del drive-in de los
años 50’, el grindhouses de los 60’ y 70’, y el “directo-a-streaming” de hoy en
día.
Puppet
Master trae en el ADN lo que
Band empezó con Ghoulies y que
continuó con Dolls, de 1986, una
cinta con la misma premisa exacta del tema del día. Puppet Master, de 1989, tendrá poco qué ver con su secuela, que
tendrá casi nada qué ver con la tercera, la película donde las marionetas son
buenas y su artífice, el marionetero André Toulon, las usa para pelear contra
nazis en la Francia invadida. Puppet
Master III: Toulon’s Revenge está muy bien ya fuera de joda y fue rodada
casi que en tres semanas(!!!) en el backlot studio de la Universal, que esta
gente logró alquilar—o sea que hay una película de Puppet Master que tiene los mismos escenarios de aquellos
clasicazos, así que no se puede decir que esta gente no tiene inventiva,
creatividad y capacidad de resolver. Esa peli, por cierto, fue dirigida por un man
llamado David DeCoteau, que es un carajo que siempre se las ingenia para meter
una vaina homoerótica en sus trabajos, generalmente en la forma de un chamo
bien formado que va por ahí en interiores. David DeCoteau está ahorita haciendo
películas malísimas con Vivica A. Fox.
Vivica A. Fox, dog, she was in fucking Kill Bill. She’s
working with David DeCoteau now.
Puppet Master, la
primera, es un refinamiento de Dolls porque
el diseño de los muñecos es un éxito innegable, a tal punto que eso es todo lo
que la película ofrece. La trama más o menos: El titiritero André Toulon es
capaz de darle vida a objetos inanimados, así que los nazis le montan cacería
para robarse el secreto. No en Francia, sino en California. Justo cuando los
nazis dan con el hombre, Toulon se vuela los sesos y 50 años después, hay una
convención de psíquicos en el mismo hotel donde Toulon se mató y en medio de
todo eso están los títeres malignos echándoles cuchillo para revivir a un bicho
ahí.
Ese atisbo de trama da para una y solo una película con un metraje que puedes estirar con muertes estúpidas, erotismo, mucho rodaje reciclado (hay una secuencia onírica que se repite al menos una vez) y secuencias de titirestismo real, que en verdad sí está muy bien logrado. Los títeres, a saber, son:
· Blade:
El más famoso y el rostro de la franquicia, es el que parece un oficial de la
Gestapo con cara de Klaus Kinski. Porta un cuchillo por mano y un garfio por
otra. Las cuelas expanden su origen, pero no lo pienses mucho porque no tendrá
sentido. Lo de Kinski es a propósito.
· Pinhead: No confundir con el sacerdote infernal de Clive Barker. Un nombre más apropiado para este sería “El Manotas”, es el que es todo fortachón pero tiene manos tamaño real. Es entretenido ver cómo la producción se las ingenia para unir al títere y lo que es claramente las manos de un técnico (una actriz enana).
· Tunneler: Es
el que parece un oficial alemán con ojos negros y un taladro en la cabeza que
da para interesantes secuencias gore. Una de las secuencias le pondrá el más
creativo nombre de “Drill Sergeant.”
· Leech Woman:
La realmente grotesca y creepy del grupo, es la muñeca que vomita sanguijuelas
que se comen a la gente, supongo. La secuencia de esta marioneta es la que
recuerdas si viste esa primera película.
· Jester:
Un arlequín que no hace nada, pero que tiene un ingenioso método para cambiar
caras. Visualmente interesante, no como para diez películas, pero sí para
llenar espacio en la película.
Todas esas marionetas
tienen su historia y se supone que contienen las almas de amigos y enemigos de
Toulon, pero no lo pienses mucho ni trates de sacarle mucha lógica porque, y
este es realmente el beta de Puppet
Master, estas son películas que se hicieron en una era previa al concepto
moderno de “franquicia”; Con cada secuela que produjo Band, entró un equipo de
producción nuevo que hacía de la trama lo que le daba la gana, así que el lore
realmente es lo que tú quieras. Ve:
En Puppet Master II, André Toulon revive como un cadáver supurante que
se disfraza de El Hombre Invisible e invita a otros psíquicos a otra convención
para tratar de seducir a una de ellas, que es la reencarnación, creo, de un
amor perdido. Esta película es mejor que la anterior desde la calidad de la
fotografía a los efectos, diseño de producción y creatividad—la secuencia final
es tenebrosa de verdad con esos rostros plásticos raros. Una peli competente,
no una vaina milagrosa, pero sí la mejor aplicación del concepto original con
una estructura de slasher y excelente efectos de stop-motion. Al team de
marionetas se suma:
·
Torch:
Este
también parece un soldado nazi y hace las veces de lanzallamas.
Puedes ignorar la primera
y empezar en esta.
O en la tercera, haz lo
que tú quieras, aquí se vino a joder y demenciar, ahora Toulon es bueno y los
títeres luchan contra el tercer Reich, mano. Si tú viste esta película cuando
salió en la tele en los años 90’, la película es arrechísima y el diseño de
producción, para el presupuesto marginal que tenía esta gente, is nothing short
of sensational, David DeCoteau merece todos los elogios porque además y por
primera vez en la serie, aquí hay un libreto real, una historia. PM II termina con una promesa bien
interesante, títeres humanos que van a un manicomio a picar gente, pero
olvídalo, ahora esto es fantasía histórica. El libreto tiene ciertas
similitudes con otra película de la factoría de Band, el espectacular y gotesco
clasicazo Re-Animator.
Mira, la elección te la
dejo a ti, ¿te gustan más los títeres asesinos? Puedes ver Puppet Master II y Littlest
Reich. ¿Prefieres títeres fantásticos matando nazis? Arranca con la tercera
y, uh, varias otras secuelas, son como dos conceptos aplicados a los mismos
personajes con una continuidad prácticamente inexistente. Puppet Master III: Toulon’s Revenge es también la peli donde las
marionetas se empiezan a mercadear con todo y comercial orientado a chamos,
derivado de una peli cargada de terror, tripas y tetas, las tres Ts de la
victoria.
Al equipo asesino se une:
·
Six-Shooter:
El
vaquero. Los efectos de cómo se mueve este personaje en la época era increíble
porque no teníamos alta definición, ahorita tú ves varias secuencias de esta
peli y se ven clarito los hilos. Nadie haciendo estas películas para VHS en
1991 pensó que estaríamos hablando de ellas en el 2025. Lo que sí se conserva
perfecto son los efectos de stop motion.
Puppet Master III is legit fine. Para un nerd como yo, it
ticks all the boxes y además cierra con la promesa de que vamos ahora a
aventuras anti-fascistas por Europaaaaa…
…Puppet Master IV ignora todo lo anterior y ahora, mi hermano, las marionetas son parte de una maldición
egipcia promovida por un malo de los Power Rangers y hay marionetas malas. No
sé qué decirte, supongo que un buen director con buena visión puede sacarle
mucho jugo a un presupuesto infame, pero eso no es lo que tenemos aquí y
agárrate, porque no lo será por mucho tiempo, las secuelas van bajando la
calidad. Por regla general, tú puedes señalar al bajo presupuesto de una
película si toda la banda sonora se puede hacer con un solo sintetizador
(píllate el soundtrack de Universal
Soldier), pero el director de esta peli es Jeff Burr, director de Masacre en Texas 3, de las mejorcitas
del montón. Inexplicable. PM 4 y 5
son para el olvido.
La 6 es las cavidades del
mamarrachismo. DeCoteau vuelve a las andadas pero sin libreto, plata y ni
siquiera rodaje, porque muchas secciones son recortadas de películas
anteriores. Hay una escena lamentable, que tiene a los personajes conversando
en una cena, y hablan de las marionetas y el prota hace como que las mira. La
peli, mano, corta a escenas de otras películas o a clips que se nota que la
marioneta no estaba realmente ahí. Patético.
Lo que sí hay es tipos en
interiores, ya te expliqué a David DeCoteau.
De aquí en adelante lógica
hay, pero la de la plata; Retro Puppet
Master, que sería la 7, es indigna de comentario; Puppet Master vs Demonic Toys tiene un título mucho más interesante
que la película en sí; Puppet Master:
Axis of Evil es un blip de vida porque al menos volvemos a la segunda guerra
mundial, pero hasta ahí, esto es un somnífero total.
Y mira, hermano, yo he
tratado de verlas todas e incluso con mi gusto en bazofia, la vasta mayoría de
entregas aquí son infumables. Charles Band lo ha dicho: Hubo momentos en que su
productora del momento (ha sido varias) tenía problemas graves de caja, así que
cedió el nombre y los derechos de Puppet
Master que si al SyFy Channel, los resultados son lo que te imaginas.
Así que como todo el mundo
lo ha hecho, HERE’S MY PITCH FOR A PUPPET MASTER MOVIE:
Un grupo neonazi se
apodera de un bar de strippers al margen de una carretera texana. Los skinheads
de turno vienen a cobrarle a Honcho, el dueño del local (interpretado por Joe
Spinell), que tiene años vendiendo anfetamina por ellos y lavándoles la plata.
Honcho no tiene la plata, así que Lil’ Adolf (Brent Werzner) le da una paliza y
la tropa decide apoderarse del bar y todo el money que produzca, hasta que la
deuda esté saldada—¡con intereses!
Pero mientras atormentan a
los clientes y a las chicas del local, no saben que una de las bailarinas es
Andrea Toulon (Katharine Isabelle), quien ha huido toda la vida de un legado
que ahora podrá salvarle la vida...
They
are lovers…
They
are killers…
THEY
ARE MOTHERFUCKING PUPPETS!!!
And
if you think you’re goose-marching in our streets, THINK AGAIN, BITCH!!!
Puppet Master 69: The Passion of the Puppet
Primera parte de una
historia que terminará en las marionetas cabalgando lobos sanguinarios: Puppet Master 69, part II: 2-Pup, 2 Pet!!!
Ya la canté así que no me
roben la idea.