domingo, 3 de agosto de 2025

Vampires Suck!

Pregunta: ¿Existe la película de vampiros que asuste?

EC —Instagram.

 

Sí, pero antes de responder eso me excuso porque mi idea es una columna semanal y la verdad es que entre el trabajo y mis labores literarias personales, hermano mío, time is short.

 

Vamos con los muertos vivos: Esa pregunta que EC hace existe desde que nuestro querido Bela andaba seduciendo señoritas con su capa, su medalla y su acento extranjero; a decir verdad, esto está en el corazón del arquetipo del vampiro desde su génesis. ¿Cuál es el subtexto de Drácula? Que en la Londres victoriana todo el mundo es gente decente y las mujeres son muy formales y bien portadas, hasta que llega un extranjero a seducirlas con un beso que las vuelve locas. Solución: Los rectos señoritos deben cazar a este pervertido transilvano (y sus tres esposas pelvelsas).

 

Es difícil, pues, un vampiro que seduzca señoritas y que luzca como los mostrencos grotescos de From Dusk Till Dawn. Ya antes de Drácula hubo dos vampiros repulsivos: El famoso Conde Orlok, interpretado por Max Schreck en Nosferatu, y el tremebundo Profesor de London After Midnight, hecho por Lon Chaney en quizá la película perdida más famosa que hay. No sabemos a ciencia cierta qué tan aterradores resultaron a las audiencias contemporáneas, pero pocos años después, cuando Lugosi se puso la capa, ya estaba bien firme en la consciencia popular que los colmillos del vampiro entran realmente por los ojos y el corazón.

 

Supuestamente cuando el rol cayó en manos de Christopher Lee, esto cambió porque el Drácula de Hammer, bajo la dirección de Terrence Fisher, es un personaje más siniestro. Sus pasos no suenan y aunque es muy educado cuando nos habla por primera vez, a lo que se le cruza el apellido se le inyectan los ojos de sangre y toma un lenguaje corporal propio de un lobo. Se supone, amigo mío, se supone que cuando estrena en los años 1950s, la gente se asustaba porque la peli era además gótica y tenía sangre en technicolor.

 

Otra cosa que tenía era escotes interesantísimos. Y let’s face it, Christopher Lee was a hot piece of ass in his time. Alto, oscuro y misterioso, y además con dinero, con sangre azul (fuera de chiste), no sorprende que el tipo pronto tuviera chorropotocientas fans preguntándole en cartas si es verdad que el vampiro chupa.

 

Aquí donde estoy, y echando memoria, creo que el vampiro más “espuki” que me viene a la mente es, otra vez, Nosferatu pero esta vez en la piel de Klaus Kinski—pero eso es porque Klaus Kinski was a scary motherfucker himself—y para que veas cómo son las cosas, en ese mismo año en que Herzog dirige la nueva versión del vampiro alemán, tenemos a Frank Langella como un Drácula romántico y seductor.

 

La cosa no se pondrá tenebrosa sino hasta los 80’, con dos pelis en particular. Primero, The Hunger, en 1983, donde los hematófagos principales son Catherine Deneuve y David Bowie, two of the fucking sexiest people ever. La peli abre con una secuencia que servirá de inspiración para 90 libros de Vampiro, La Mascarada (y con música de Bauhaus, no less) en un vampireo delicioso, perfecto y violento. El resto de la película se disuelve in some arthouse stuff, pero al menos aquí ya hay un par de vampiros con quienes no quieres irte a casa.

 

Hay un aspecto muy interesante del vampirismo que aparece justamente en la tercera edición de Vampiro, la Mascarada (que incluso si no te gustan los juegos de rol, sigue siendo una excelente obra de referencia sobre los no-muertos) que explica cómo debe ser la realidad de una persona que debe vivir de noche y alimentarse de sus congéneres para vivir. El libro detalla que el vampirismo es realmente una puerta hacia la degeneración donde entre más tiempo ha vivido la persona, más separado se siente de todo lo que le volvía mortal. Algo así como el Doctor Manhattan pero con Depeche Mode de fondo.

 

Hay una peli que refleja eso: Mi favorita del tema y la ópera prima de Kathryn Bigelow, Near Dark.

 

Si tú te pones a ver, aquí están todos los elementos para una peli vampírica adolescente regular. Nuestro prota, un Adrian Pasdar con ojos de venadito perdido, se consigue con una linda rubia en esas eternas carreteras americanas donde lo que sobra son los camiones y estaciones de gasolina. Pasdar, que en la peli se llama Caleb, no sabe que esta chica de quien se ha enamorado es una vampira, que ahora le ha pasado la maldición y lo integra a su grupo de viajeros de la noche, mientras su familia hace la lucha por salvarlo y traerlo al mundo de los vivos.

 

Ese es el mismo argumento de The Lost Boys, que estrenó también en 1987 y es mucho más popular que mi consentida. La dirige Joel Schumacher, protagoniza Jason Patrick (también con ojos de venado perdido), la vampira sensual es Jami Gertz y en la banda de vampiros está Kiefer Sutherland. Salvándole la vida a Patrick tienes a los dos Corey (Feldman y Haim), una vaina invencible en la taquilla de ese año.

 

Pero mientras Boys es una buena peli para la generación MTV, Near Dark es oscura y violenta. La banda de vampiros, liderada por Lance Henriksen y con Bill Paxton y Jenette Goldstein a la cabeza, no van pendientes de enamorar a la audiencia, lo de ellos es la sangre y la van a obtener como sea. Infame es la escena en que pretenden volver un cazador al joven Caleb, metiéndolo en un bar de mala muerte del que nadie saldrá con vida. Acá no hay extranjeros con acentos seductores ni un sexy Kiefer picándole el ojo a la pantalla: La crueldad de estos vampiros es inhumana y realmente impresiona sobre lo lejos que pueden llegar.

 

La música la hace Tangerine Dream, de paso. This is the good stuff, buddy.

 

Pero ya sé qué es lo que estás pensando.

 

Vic, este resumen histórico está muy bonito, pero yo quiero un beta que me perturbe, que me cueste dormir.

 

Vale. Si eres susceptible a la violencia (o sencillamente a las buenas historias), Near Dark es la respuesta, pero si lo que quieres es una cosa perturbadora, grotesca y terrorífica, la peli salió hace pocos años, es francesa y aunque no la conoce nadie, es de lo mejorcito de la década: Le Vourdalak.

 

Acá estamos en el siglo XVIII y nuestro improbable héroe es un marqués de esos a los que Robespierre descabezará años después. Jacques Saturnin, el peluche en cuestión, se pierde por esos bosques góticos donde es mala idea andar sin caballo cuando cae la noche, y desesperado y recién robado, para en la casa de familia de un tal Gorcha.

 

El ambiente en la oscura cabaña está pesadito porque Gorcha se fue a matar turcos, adviertiéndole a su familia, “Si no regreso dentro de seis días es porque me mataron, y si regreso después de esos seis días, no me abran la puerta”. Bueno, mi hermano, los seis días se cumplen justo en esa jornada en que Jacques está de visita y aunque nadie cree en espíritus, una cosa en la que sí cree Jacques con fervor es en las nalgas de la hija de Gorcha, una bella chica llamada Sdenka.

 

Él se queda por ella, subestimando la leyenda. Conocerá a un suegro verdaderamente infernal.

 

Yo no sé con cuánta plata hicieron Le Vourdalak y ni siquiera quiero mostrarte al diseño del vampiro; sí te diré que a Gorcha no lo interpreta un actor sino una marioneta que no esconde su naturaleza. El personaje es un muñeco y punto. Pero el ambiente, la actuación del ensamble y la excelente dirección de Adrien Beau (quien da voz a la criatura) hacen de esta peli una vaina sensacional. Aunque Jacques no es un héroe y más bien es un protagonista antipático, Le Vourdalak da esa sensación de que estás viendo una película prohibida cuyas perversiones van mucho más allá de unos actores interactuando con un muñeco.

 

Si un vampiro existiera de verdad, y no es que este sea yo manteniendo la mascarada, sería indudablemente como Gorcha: Inmoral, decrépito, cruel y 100% aterrador. No creo que haya alguien que se asuste si se cruza con Robert Pattinson pelando los colmillos en un callejón oscuro, pero a este maligno espectro francés no lo querrás en tus sueños.