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lunes, 12 de agosto de 2024

Agosto, 2024

 

Venezuela es otra. El 28J fue un cruce del Rubicón para todas las fuerzas que de alguna manera se mueven en la vida pública y los paradigmas bajo los que tradicionalmente nos manejábamos están ahora invertidos.

 

Con la elección, todos sabemos qué sucedió.

 

El rostro de “la oposición” es ahora otro. Cuando uno enuncia en este país una frase tan esclerótica ya como esa, lo que viene a la mente es un grupito de personajes mohosos que, ineptamente, dirigieron la política contraria al chavismo durante años. Estaban desarticulados cuando Hugo Chávez se entronizó, gracias a un desmérito que ellos mismos se crearon, y su propia incompetencia a la hora de hacer política y reconocer la naturaleza del rival los invalidó en los años siguientes. Henry Ramos Allup y Julio Borges, por mencionar un par de notorios, se condujeron todo este tiempo bajo la ficción de que se oponían a Jaime Lusinchi y que si existía una ley, una Constitución, el rival iba a respetarla. Porque lo contrario era inconcebible.

 

Esa “oposición” ha fenecido, y si estás fuera de Venezuela es bueno que lo comprendas. Las elecciones primarias que se celebraron en octubre del año pasado demostraron que esos grupitos no tienen ni hálito ni calle y son más bien estructuras asociadas tanto al fracaso que ya se ve como colaboracionismo.

 

Así que cuando hablamos de “oposición” al gobierno que existe hoy en el país, no debe entenderse esa gente sino los rostros y liderazgos que orgánicamente se mostraron el lunes 29 de Julio que son, a fin de cuentas, los que se sudaron la camiseta para impulsar y alcanzar el evento que se dio. Y con eso incluyo a un gentío de sectores populares, que tradicionalmente apoyaron al chavismo, y que esta vez no sólo votaron en contra sino que salieron a la calle a pedir que su decisión se respete. Celebro de todo corazón que volvamos a ser la misma gente, remando todos en la misma dirección. Ya eso se parece al país que queremos.

 

Y ahí vemos el otro rostro que cambió, porque el chavismo tampoco es el mismo. El 28 de Julio teníamos a un gobierno autoritario, hoy tenemos a un Estado policial. Se llevan a la gente de sus casas, sin orden legal, sin procedimientos. Te anulan el pasaporte. Se suspenden las garantías Constitucionales sin que nadie lo anuncie. Anoche, a fecha de redacción, una chama que conoce medio mundo y que la conocemos por buena vaina—y por una fiera defensa de sus ideales libertarios—María Oropeza, fue sacada de su hogar por funcionarios que primero derribaron su puerta. María grabó todo en un live de instagram, siete mil observadores. Nadie sabe dónde está.

 

Edni López, una amiga querida, tuvo más de 48 horas desaparecida. Nadie sabe ni siquiera el por qué.

 

Miren, mis amigos queridos. Todo lo que está pasando en Venezuela, que nos afecta a los que estamos adentro y a ustedes que están afuera, porque no conozco a algún emigrado que no haya tenido el corazón en la mano todos estos días, es la imposición de una mentira. El gobierno que tenemos dice que lo que pasó no es lo que pasó (y que ni siquiera puedo poner en palabras, por el riesgo que eso me acarrea) sino lo que ellos dicen. Hay gente, gente triste, que no espera una para agarrar un hilo narrativo gobiernero y asumirlo real (los Luis Vicente León, Antonio Ecarri y Gloria Pinho de este mundo), pero todo esfuerzo sincero de quien sea por filtrar un poquito de verdad por ese tamiz es percibido como una amenaza a la seguridad del Estado y te caen encima con todo. La verdad es así de peligrosa.

 

Uno se pregunta, ¿cómo hago yo ahora para seguir con mis cosas? Yo tenía hobbies, aficiones, estaba escribiendo un libro. ¿Cómo me siento yo ahora a seguir mi historia de criminales en el espacio, sabiendo que a metros de mí hay tanto sufrimiento? Preguntándome, mira, ¿cómo tú vas a sacar ese texto de aquí? Si te toca viajar al exterior, ¿vas a poder? ¿Qué vas a tener que hacer para poder viajar, aunque tengas pasaporte europeo? Estamos diciendo que, por la voluntad de un puñado de personas en una oficina, se afecta la vida de 30 millones porque seguro hay alguien en los Estados Unidos, o en Argentina, leyendo esto y preguntándose “Oye, ¿será que yo podré entrar al país? ¿Y si entro, podré salir?”

 

No tengo esas respuestas, creo que nadie las tiene. El final de esta historia no está cantado y aquí puede pasar de todo. Tengo tiempo diciéndole a mi gente más cercana que ahorita la misión es permanecer saludables en cuerpo y mente, y en libertad, pero esa angustia y el sentimiento de opresión, que es algo que no sabías que podía existir hasta que te pasa, es todopoderoso.

 

Yo, por ejemplo, me siento culpable publicando en este blog algo de Juego de Tronos. Por ejemplo. Me siento culpable abriendo el archivo de mi novela y redactando como lo hacía hace dos semanas. Me siento culpable saliendo a la calle para algo que no esté relacionado con supervivencia. ¿Cómo carajo soy capaz yo de salir a hacer tal vaina cuando hay tanta gente metida en un calabozo y sin que a eso se le halle solución?

Me perturba muchísimo que haya gente que se preste para este horror que estamos viviendo. No me refiero sólo a la gente que encarcela y enjuicia, o a quien es capaz de denunciar a sus vecinos, sino gente que observa esto desde la pantalla de un celular, sonríe y calla, o dice “pero es que el que se alza se busca lo que le pase”. Esa es gente que nosotros sabíamos que existía, siempre han estado ahí, pero yo conozco gente que yo los daba como casos perdidos, ideologizados completamente, y desde hace un par de semanas están desafiantes y en contra de lo que está pasando. Pero no, no es todo el mundo, y es muy rudo ver cómo ese supuesto manto de indiferencia lo que esconde es maldad. El gusto de imponerse y preservar alguna parcelita de bienestar, sobre el sufrimiento de tantos.

 

Y sí, yo sé que cuando la pulsión de Tánatos es muy grande, eso sólo se puede combatir con pulsión de vida—escribiendo, viviendo, imponiéndote. Eso es algo que tengo que interiorizar. Si no nos permiten decir la verdad, lo que toca es volvernos nosotros la verdad.

 

Los lectores de este blog son gente muy chévere que sabe cómo son las cosas y dudo que haya alguien preguntándose cómo quedan nuestras charlas (o soliloquios) sobre La Casa del Dragón. Pero yo siento que tengo una deuda con ustedes. No he visto los últimos dos capítulos, no he tenido cabeza para eso. Por supuesto que los veré y haré el análisis en algún momento. Yo, al igual que todos ustedes, estoy reubicándome por dentro.

 

Cuídense mucho.

viernes, 25 de enero de 2019

Sobre los Progres Que Viven Como Capitalistas



Acabo de entrar en contacto con este video, esta charla de Reinaldo Arenas, que voy a transcribir acá porque es puro oro. Nótese, el carajo habla de algo de hace décadas; aunque el escenario que vivimos en Venezuela hoy es inédito, lo que lo llevó a esta situación no lo es.

Los comunistas siempre actúan igual, y sus apologistas, bueno, lo dejo en palabras de Arenas:

“El escritor que defienda una dictadura, y sobre todo una dictadura tan minuciosa en su espanto como lo fueron las dictaduras totalitarias de izquierda, está defendiendo su sepultura. Y por lo tanto, entre lo más rápido vaya ella, es mejor para él y para los lectores que tiene. Eso es claro, me parece que es así.

Claro, hay una cosa, una posición muy ventajosa entre los escritores estos de izquierda que viven en los países capitalistas, que disfrutan de todas las ventajas de la democracia y que, además, disfrutan también de la rentabilidad que da atacar a la democracia viviendo en un país democrático, ¿no? Esos escritores, quizá, si vivieran en un país comunista y no pudieran salir de él, entonces cambiarían quizá su manera de pensar. Y además de eso, no podrían escribir nada.

O sea que hasta cierto punto para nosotros, que padecimos todo aquello, es indignante que un señor que goza de todas las seguridades que da la democracia se complazca en atacarla, y además se enriquezca atacándola.

Yo propongo que toda esa gente sencillamente se marche, si es que aman tanto a los países socialistas, para allá, donde hacen falta brazos en este momento, que todo el mundo está tratando de salir huyendo de allí, para cortar caños, o para redactar las notas de Granma, o para hacer cualquier tarea que allí le ordenen, porque ahí las tareas se ordenan.

Yo creo que lo más odioso que se padece allí es, precisamente, la impotencia ante la injusticia. O sea, no vamos a pensar que en cualquier lugar del mundo no hay injusticia, en cualquier lugar puede haberla, pero la posibilidad de señalarla ya es un consuelo.”

HAPPENING: It Totally Is



La cantidad de gente de afuera tratando de sacarle lógica a lo que está pasando ahorita en Venezuela es increíble. Hay consenso, salvo por los izquierdosos necios que abrazan a Maduro más por desprecio a Trump que por verdadera justicia. Acá los barrios rompieron con el chavismo, pero un progre bebiendo mocca en Starbucks "sí entiende la crisis social". Bah.

Hay que discriminar un pelo a la hora de dar entrevistas, porque hay gente pendiente de hacerte perder el tiempo y sacarte de contexto.

Las entrevistas que he tenido:




Ojo con el trabajo que estamos haciendo en Caracas Chronicles, estamos en sobremarcha para estar al día y lo más acertado posible. Eso incluye textos míos sobre cómo son los cabildos desde adentro, y cómo fue ir a la marcha del 23 de Enero y ver la juramentación en persona.

Ahora es que esto arranca. El dragón no está muerto, ni está totalmente vencido, la vaina va bien, pero falta.

lunes, 3 de diciembre de 2018

20 Hitos del Chavismo




Gente, en unos días el chavismo cumplirá 20 años de iniciar su era en Venezuela.

Hay quienes vieron lo que venía desde antes de que Hugo pusiera un pie en el palacio presidencial. A otros les tomó un poquito más; otros nunca se han dado cuenta. Hoy, cuando la decadencia es evidente y todo lo que advertimos durante años se tornó una realidad, el país ve regado por el mundo a sus hijos, y si bien los que se fueron tienen el deber de triunfar y demostrar que no somos aquello con lo que la boina roja nos asocia, los que nos quedamos tenemos la meta, también, de contar la realidad de la experiencia nacional.

Habitualmente edito en Caracas Chronicles en una labor que amo, pero en esta ocasión, que coincide con la celebración aniversaria del site, monté un post con un grupo de colaboradores frecuentes, narrando los 20 hitos de nuestra era, las 20 vainas que llevamos tatuadas en la memoria. El resultado se lee como un recuento de nuestra historia reciente, y estoy muy orgulloso del retrato resultante (no por lo que contiene, sino cómo lo pinta, obviamente).

Pueden leerlo acá.

viernes, 11 de mayo de 2018

El problema con Henri Falcón


Hola. Tengo un poco de posts preparándose para este blog, y me he tardado porque, pues, hago mil vainas a la vez.

Una de ellas es mi trabajo en Caracas Chronicles, que acaba de publicar mi artículo sobre la campaña de Henri Falcón y por qué no está funcionando. Está en inglés, ese es el detalle; Henri quizá lo lea, quizá no –no sabemos quién es ese marico a puertas cerradas–, pero capaz llega a los ojos de Francisco Rodríguez, que me basta. Marico: actúen normal. Háblennos como adultos inteligentes.

Bueno. Espero que nos veamos acá mañana, porque tengo dos posts listos, que están sólo de editarse, y son de lo que nos gusta hablar, vainas geek y tal. Pendiente.

martes, 30 de mayo de 2017

Conciudadanos Soviéticos!


Desde hace varios años, cuando me puse a investigar sobre el comunismo quizá como un modo de prepararme y entender mejor la realidad bajo el chavismo, he percibido lo que otro autor describe como “Venezuela, una república balcánica”. Si tú lees sobre la vida en la Alemania Oriental, es la misma vaina que nos ha pasado, las mismas penurias, las mismas colas, ineptitud y corrupción burocrática. Las mismas excusas oficialistas. Y entre más lees sobre el sistema en Europa, ves que nada de lo que nos pasa es inédito. El idiota de Chávez se lo copió a Fidel y Fidel a los rusos.

El estudio del pasado, así, nos ayuda a comprender el presente y anticipar al futuro.

He estado leyendo un libro excelente sobre la caída, obviamente interesado por los eventos recientes. En el capítulo siete, “The Power of the Powerless”, de Revolutions 1989, Victor Sebestyen prácticamente describe al chavismo al hablar de los soviéticos. Para los que tenemos casi veinte años bregando con estos delincuentes, una descripción teórica puede ser innecesaria, pero con todo el tema de Goldman Sachs, te presento una exposición de por qué, incluso con asistencia capitalista, la caída es inevitable.

La Unión Soviética subsistió por más de diez años gracias a los préstamos e importaciones de gobiernos capitalistas.

Traduzco un fragmento importante:

(El escritor checo) Václav Havel se hizo fama de “oposicionista” antes de cumplir los veinte años. Dio un discurso criticando a los escritores más viejos por la hipocresía, no tanto al callar la verdad, que era difícil y peligroso, sino porque ni siquiera escuchaban la verdad. Y era “la verdad” el paradigma de Havel. Sus trabajos más conocidos son ensayos en la naturaleza filosófica sobre vivir con honestidad bajo un régimen opresor donde “el Estado tiene una embajada en la mente de los ciudadanos” y donde “la historia se detiene y el pasado, manipulado, queda expropiado. Y al igual que todas las cosas que el gobierno expropió, se deterioró”.

Havel se volvió el principal vocero de los Derechos Humanos en Checoslovaquia desde 1977. El grupo era pequeño y apenas irritante, pero aún así arrestaron a Havel en numerosas ocasiones durante los meses siguientes. Sus continuas descripciones de Gustav Husák como “El Presidente del Olvido” eran un punto de honor. En abril de 1979, el régimen perdió la paciencia y lo volvió un chivo expiatorio. Fue arrestado por la policía política por “difamar al Estado” y sentenciado a cuatro años y medio en una cárcel de criminales comunes, en vez de una separada de la inteligencia. Lo sometieron a penurias y trabajos forzados y su salud, de por sí complicada, se deterioró. Pero esta era Checoslovaquia, la tierra del Buen Soldado Svejk y Kafka, donde había farsa incluso tras las rejas. Havel cuenta que los carceleros, con los que terminó amistándose, lo invitaban a que redactara los reportes que ellos tenían que entregar a sus superiores. “Escribí reportes confidenciales de espía a mí mismo” dice. “Terminaron cayéndome bien y los ayudé, además de que era una oportunidad de molestar a las autoridades”.

Tras su liberación, fue vigilado de cerca y sufrió numerosos bochornos, aunque se le permitió cierto nivel de vida. Podía pasar largos períodos escribiendo en su casa, a dos horas y media de Praga. La policía secreta construyó una casa en la cercanía de la suya para poder seguirlo mejor. En muchas ocasiones, Havel podía asomarse y ver a los oficiales viéndolo con binoculares. Él simplemente los ignoró. Sabía que sus teléfonos y paredes tenían micrófonos y trató de vivir lo más normal posible. Era una forma de vivir bajo el totalitarismo con su integridad intacta. Su mensaje era que si vivías “como si fueses libre”, podías aprender a ser libre, independientemente de lo que la dictadura te hiciera.

La idea parece moral y personal, pero Havel la volvió un principio político. Expresó en su ensayo clásico, El Poder de los Oprimidos, que no había objeto en enfrentarse al poder usando la fuerza o tratar de debatir con él. El punto no era decirle la verdad a un sistema construido sobre mentiras, sino “vivir bajo la verdad”; “Si el pilar fundamental del sistema es vivir una mentira, lo lógico es lo opuesto. El mero hecho de formar un grupo político te obliga a ser un jugador en la mesa del poder, en vez de darle una prioridad a la verdad. La gente que vive sin autonomía confirma al sistema, lo alimenta y se convierte en el sistema”. Era un concepto difícil de asimilar, fácilmente ridiculizado por los trabajadores y los cínicos, cuyas preocupaciones principales no era “la verdad” o nociones moralistas, sino comida en la mesa y educación para los muchachos. “En el momento en que una persona rompe el esquema y señala que el Emperador está desnudo” escribió Havel, “las reglas del juego quedan expuestas y la mentira luce en otra luz. Las grietas surgen y se desintegra”.

Havel fue el más imaginativo, elocuente y poderoso crítico del comunismo soviético. Influyó a muchos, a pesar de ser parte de un puñado de intelectuales. La importancia de la disidencia intelectual supera sus números minúsculos. Los escritores, por ejemplo, siempre han sido usados  por el comunismo como, en las palabras de Stalin, “los ingenieros de la mente”. Por eso es que las dictaduras se enfocaron tanto en enamorarlos. Un artista que está a favor del régimen actúa voluntariamente como propagandista y le brinda tributos gratis al dictador, pudiendo, como recompensa, vivir con mucha comodidad. Pero con el tiempo, se fue haciendo más difícil lidiar con los disidentes (…). Muchos no podían ver la estrategia de “vivir bajo la verdad”. El autor checo Milan Kundera dijo que era “no sólo una noción idealista estúpida en confrontar a un régimen dictatorial con la repartición de panfletos” y, abandonando toda esperanza, escapó a París. Havel respondió con un comentario típico. A él también lo invitaron a emigrar, pero decidió quedarse. “La solución no está en irse. Catorce millones de personas no tienen cómo irse de Checoslovaquia”.

Pero los oligarcas en el poder tenían más problemas que unos ciudadanos facinerosos. El dinero se acababa y sólo podía ser rescatado por los bancos de occidente. Líderes como Husák llegaron a un pacto social con su gente, “Si ustedes se conforman y no me dan problemas, nosotros les garantizamos la comida necesaria, un nivel de vida razonable y varias otras comodidades. Lo que tienen que hacer es olvidarse de ideas burguesas como democracia”. El pacto funcionó por un tiempo, pero a principios de los 80’ empezó a decaer. El gobierno comunista no podía cumplir con su parte del pacto sin pedirle enormes préstamos a los gobiernos capitalistas. Los problemas básicos del sistema se hicieron obvios pero, aunque tenía que cambiar, no podía, por motivos políticos e ideológicos. El Partido extraía su autoridad de la convicción de que siempre hacía las cosas bien y la historia estaba de su lado. Los problemas surgían cuando la realidad no seguía el libreto de los visionarios marxistas.

Los gobernantes veían a las reformas económicas como un tema peligroso. El sistema podía ser nocivo, pero al menos protegía la permanencia en el poder. Vieron, correctamente, que su autoridad dependía de mantener una economía planificada centralmente (NOTA PERSONAL: Esto quiere decir que el Estado acuerda cómo funciona la economía y maneja todos los detalles incluyendo cosas como, por ejemplo, qué puedes comprar y cuántos dólares puedes tener) donde las decisiones son tomadas por fines tanto políticos como económicos. Por encima de todo, la planificación centralizada aseguraba que eran ellos  los que tomaban las decisiones. Descentralizar la economía introduce a un mercado y dispersa al poder a manos de civiles normales, retando al poder de El Partido. El sistema era también incapaz de producir bienes normales de consumo. Un ejemplo eran los vehículos, una señal clara de las diferencias entre oriente y occidente. Eran un símbolo de consumismo, riqueza e independencia. Todo el mundo veía la diferencia entre un Mercedes y un Trabant, motivo de burla en la Alemania Oriental y el resto del mundo. Los países comunistas eran muy malos produciendo carros. La razón no era técnica y ni siquiera económica. Era el modo en que se vendían. Para tener un carro en Checoslovaquia, por ejemplo, necesitabas de derechos civiles primero que todo, y esos derechos le eran arrancados a los principales líderes de oposición. Después de eso, había una forma tácita de preferencia: Los carros iban primero a los miembros del gobierno, después a los amigos del gobierno y por último a los ciudadanos, si tenían la plata para pagarlos.

La única forma de llenar los anaqueles era con préstamos de capital de occidente. La visión marxista, en la práctica, era como apuntó Adam Michnik, “construir el comunismo a base de dólares”. Los comunistas y los banqueros norteamericanos se abrazaron en una suerte de danza macabra. La dictadura percibía al dinero occidental como una forma de pacificar a la opinión pública nacional e internacional y de retrasar los cada vez más necesarios cambios de sistema. Usaban los créditos extranjeros no para invertir en nuevas tecnologías o diversificar la base industrial, sino en comida y bienes de consumo, que luego le daban a la gente con precios subsidiados poco realistas. Al principio, los ciudadanos estaban contentos, tanto como los banqueros, que tenían líneas de contacto desde Londres y Wall Street hasta Moscú y Berlín. La mitad de los préstamos eran de bancos privados garantizados por gobiernos occidentales, que invitaban a los comunistas a tomar el dinero, porque los comunistas eran percibidos como prestatarios responsables. Los banqueros, que no tienen memoria, veían a los regímenes como grupos estables con ciudadanos trabajadores disciplinados. Más importante, creían que un gobierno soviético haría lo que fuese antes de entrar en default (NOTA PERSONAL: Un default ocurre cuando el gobierno nacional no es capaz de pagarle a sus acreedores la plata que ha percibido en préstamo).

Eran cínicos y sorprendentemente ingenuos sobre los sistemas políticos con los que lidiaban. A largo plazo, la única forma de garantizarse esos pagos era invitando a una democracia cada vez más abierta, pero la idea nunca se les ocurrió. En cambio, muchos vieron a la ley marcial y los arrestos de Solidaridad en Polonia como algo excelente. El General volvería a meter a las cosas en cintura y los pagos ocurrirán a tiempo. “¿A quién le importa lo que diga la política?” explicó la cabeza de la división internacional de Citibank en un artículo de Commentary de 1982, “Lo que importa es que puedan pagar las facturas”.

A largo plazo, los préstamos no ayudaron al comunismo, sino que lo perjudicaron. Polonia era el país con la peor deuda, o como lo describió un economista polaco, “una adicción a la peor de las drogas”. En los seis años anteriores a la formación de Solidaridad y la ley marcial, la deuda externa de Polonia creció quince veces hasta ser de sesenta y seis billones de dólares. Pero los gobiernos comunistas seguían usando la tarjeta de crédito sin saber cómo prevenir la ruina. Pagar los préstamos se convirtió en un tema de presupuesto nacional. En Alemania del Este, el pago de ese dinero ocupó el 60% del producto interno bruto, un nivel imposible de mantener. Miklós Németh, jefe oficial del Ministerio Económico de Hungría durante los 80’ y luego primer ministro, explicó desesperado cómo se usaban los créditos: “Dos tercios eran para pagar intereses. El último tercio era para comprar bienes con los qué hacerle pensar a la población que no existía crisis económica”. La mayoría de los hombres en el poder ocultaron la cabeza bajo la arena. Naturalmente jamás reconocerían que quienes les salvaban el pellejo eran a quienes describían en los medios oficialistas como “las hienas del capitalismo”.

Rusia tenía un problema tan grave como el del resto del imperio –y peor en ciertos aspectos. Proteger al gobierno era una carga cada vez más pesada, aunque el Kremlin no lo reconociera. No estaban preparados para hacer un análisis de costos-beneficio sobre la manutención de un imperio que les costó tanto por alcanzar y su determinación de permanecer siendo un superpoder, por prestigio e ideología, era total. No pensaban que llevaban a la URSS a la ruina y enfocaban los gastos en el sector militar. El plan económico tenía dos fines: Todas las fábricas que hicieran productos industriales, como carros o electrodomésticos, debían tener una aplicación militar para esos bienes. Se produjeron y compraron grandes cantidades de armamento. Cientos de misiles intercontinentales se hicieron al año y miles de tanques salían de las fábricas. El motivo era ideológico y nacía de un complejo de inferioridad, pensaban que lo que Estados Unidos hiciera sería tecnológicamente superior, así que se compensaba la calidad con la cantidad. Se competía no sólo con Norteamérica, sino con Inglaterra y Francia. Como dijo Viktor Starodubov, asistente del ministro de defensa Ustinov, “construimos todas esas armas de destrucción masiva por esa razón, era de lo poco que podíamos hacer bien”.

Imagínate cómo está el gobierno, que ni los rusos ni los chinos le prestaron plata y GS compró los bonos con un 70% de descuento.

¿Qué se siente ser un ciudadano soviético?

miércoles, 24 de mayo de 2017

Sobre "Sympathy" y la Ética



Hola.

El blog ha estado bastante silente por dos razones; en primer lugar, el más importante (porque por más ocupado que esté, uno se organiza, busca tiempo y las cosas se hacen), este es un blog sobre cultura pop y mi país de origen está cruzando por una revolución ciudadana en contra de una dictadura. En términos llanos, me parece inmoral hablar de cómics y cine como si nada pasara, cuando 52 personas han muerto, a la fecha, durante las protestas.

He estado saliendo a protestar y sigo activo en esa movida. Caracas Chronicles publicó otro artículo sobre mi experiencia; no he escrito más al respecto porque, como dije la vez pasada, no quiero repetir mis propios pasos y no soy lo suficientemente attention whore como para usar la situación como trampolín del ego. Hay gente que lo hace y sigue business as usual, porque lagartos con piel humana los hay en todas partes.

El otro motivo es que he estado ocupado más allá de la protesta; como saben, formo parte de una banda nueva y estamos componiendo material original. Sí sigo escribiendo, pero lo guardo porque es un proyecto extendido, y estoy recibiendo entrenamiento como editor para una publicación electrónica que no diré cuál es hasta que la cosa sea oficial -pero it's pretty much a fact. I'm a paid editor now, y ver a un artículo de un autor publicado, editado por ti, es mucho más satisfactorio que lo que anticipé. La vida da vueltas locas, won.

La suerte está echada. He estado leyendo sobre la caída del comunismo en Europa (Revolution 1989, de Victor Sebestyen, es un librazo) y los paralelismos son exactos. El punto de inflexión se ha cruzado y, a mi juicio, la caída del gobierno es indetenible, por más que ellos traten de postergarlo. Lo que estamos experimentando no se había visto ni en el 2002, ni el 2014, una población en todo el país a la que le caen a carajazos hoy y mañana vuelve a salir. Una ciudadanía que, si la dirigencia política no la acompaña, se auto-convoca y le pasa por encima a las directrices. Todos los días alguien sale de su casa a protestar y no regresa. Yo no quiero mirar al pasado, cuando esto termine, y mentir sobre las cosas que no hice, ensalzar mis acciones y solemnidad, como estoy seguro que muchos harán, del mismo modo que muchos dirán que "la caída era obvia, cualquiera la podía predecir".

Dice Luis Carlos Díaz que estamos cruzando el momento más importante desde que entró el chavismo al poder y el que no lo quiera ver, oye, qué miopía. Es así mismo.

Cuando la cosa pase, estoy seguro de que los cómics, la música y el cine seguirá ahí para que la discutamos y entonces nos veremos. De momento, por ética y por respeto al sacrificio que tanta gente ha hecho, I will not joke and laugh about media shit while there's blood on the street.

Nos hablamos.

jueves, 13 de abril de 2017

The Tear Gas & The Glory



Gente, como algunos saben, he estado activo en las jornadas de protesta que se han sucedido en Caracas, he tomado algunas fotos, grabado videos y pues uniéndome a la masa que quiere forzar al cambio —I’m a punk lover of the X-Men (which is basically an activist group); it makes no sense for me to stay home. Eso me llevó al artículo que se publica hoy en Caracas Chronicles, “The Tear Gas and the Glory. Yeap, el site es en inglés, de modo que si entiendes el idioma, allá conseguirás una de las mejores revistas digitales sobre lo que nos ha pasado post-apocalypse wise.

Aunque visito el site con frecuencia, siempre me abstuve de redactar para ellos porque, cuando los lees, lucen como gente con una noción bien lúcida e ilustrada de lo que pasa aquí. Sentía que no hay nada realmente que yo pueda expresar mejor que ellos y que I should stick to what I know y seguir reportando sobre “mi área”.

Participando en las protestas, me surgió la idea de “reportar desde el frente”; si lo ves por la pantalla, no tienes una medida concreta sobre cómo es, más allá de “pasó esto, esto y esto”. Mi objetivo era ponerte en la escena. No sólo cómo se ve, sino cómo suena, cómo huele, cuáles son los detalles a tu alrededor, qué piensas, qué sientes. Es mi mejor esfuerzo por describirte cómo es marchar, ver a los gorilas de frente y quedarte durante el caos.

No sé si siga escribiendo al respecto; aunque voy a seguir protestando, todavía con la mentalidad de capturar todos los detalles (maybe I’ll bring a photographer with me, se aceptan voluntarios), sólo volveré a escribir de ello si tengo algo diferente qué contar. El lunes pasado, por ejemplo, noté que las bombas lacrimógenas “aparecían”, aunque no veíamos a los monigotes, which didn’t make sense (nos enteraríamos después que las disparaban desde el aire) y pillé que el gas que usaban era mucho, pero mucho más fuerte que el gas CS habitual. Pero eso de por sí no justifica otro artículo. I don’t wanna play a version of the same song, so to speak.

De manera que los dejo con el artículo del Chronicles y los Pistols, parte de mi soundtrack de estos días.

In a sensurround sound in a two-inch wall
I was waiting for the communist call
I didn’t ask for sunshine and I got World War Three
I’m looking over the wall and they’re looking at me!

Now I got a reason, now I got a reason
Now I got a reason and I’m still waiting
Now I got a reason, now I got a reason to be waiting
The Berlin Wall