lunes, 2 de julio de 2012

El Quid


El problema con la literautra venezolana, en mi experiencia, es que no hay versatilidad imaginativa. Como creo que he dicho antes, he oido mucho de escritores que amigos, por debajo de la mesa, describen como "competentes, saben redactar y son prolíficos, pero las historias en sí son una ladilla y no pasa nada en ellas".

Si tu historia no entretiene, es un fracaso.

Síp. Lo dije. Marca mi nombre con esa declaración, la respaldaré hasta la tumba.

Son los mismos temas, también. Conversaba con uno de los pocos escritores salvables que andan por ahí, nadie escribe de la primera misión venezolana al espacio. Nadie trata de... mineros que descubren vampiros en El Callao. Es la misma paja siempre: épicas familiares, del pueblo a la ciudad, de la ciudad al pueblo, de la ciudad a la gran ciudad. Tienes que preguntarte por qué no hay ningún trabajo importante de fantasía, terror o ciencia ficción venezolana.

También es que, creen, si no escribes de la vida cotidiana, no estás escribiendo de verdad. "¿Steven King? Nah, eso no es literatura. ¿Cómics? Por favor, un género infeliz. ¿Harry Potter? Essssso es literatura ni de vvvvvaaaina".

Consecuencia: Son los mismos tres carajos, escribiendo de lo mismo. Es un círculo que se alimenta a sí mismo por Los Guardianes del Sistema (que suelen ser jurados en concursos); la élite parcialmente responsable de que las cosas estén como están. El "Sistema" está establecido no por los que quieren llegarle al lector, los que creen que una historia es eso y ya, sino por gente que conoce a gente, gente que viene de ciertas escuelas, gente que entra por ciertos canales a la literatura.

Conozco a un caso de uno de los autores más ladillas (en términos de su craft y personales) que, en privado, me reconocieron que lo publicaron en una antología porque tenía tiempo mandando cuentos y ya le tocaba, además, hizo un trabajo ayudando a tal Biblioteca y su tésis fue larga.
"Pero el cuento es lento y muy largo", sentenciaron al final.

Esa vaina merma el crecimiento de la literatura. Esa forma de pensar.

Vivimos en tiempos en los que los libros batallan contra la Internet, contra el período más fructífero de las series televisivas. ¿De verdad crees que al público moderno le interesa saber de tu abuelo y el cuadro que nunca terminó?

En un ambiente como el que tenemos en Venezuela, no existirían los Seth Grahame Smith, los Dennis Lehane, los Dan Simmons. Un mundo imaginativo que no existe.


Otra cosa: cuando le cierras la puerta a gente que, como yo, quiere escribir la llamada "ficción popular", le cierras la puerta tanto a creadores como a un público. Lo que haces es decir "A menos que escribas de tal vaina, no vas a lograr nada. No vas a ser un 'Escritor Serio'. Escribe ficción accesible a tu propio riesgo, pajúo".

Lo que Sánchez Rugeles está haciendo ahorita es muy bueno, eso hay que reconocerlo. Pero ¿cuántos Cory Doctorow's estamos ignorando por preservar a El Sistema?


El libro debe ser entretenimiento.
Quiero creer que sí se puede.
Hagámoslo.

Y AMO a ese libro



Ese libro (Cementerio de Animales; Pet Cematary) fue muy personal. Todo lo que pasa ahí, hasta que el niñito muere, todo es verdad. Nos mudamos a una casa a un lado de la casa junto a la carretera, pero era Orrington en vez de Ludlow. Los camiones de verdad pasaban por ahí y el viejo al otro lado del camino me dijo "Cuidado con la carreteeeeira". Sí salimos en día de campo. Volamos cometas. Sí conseguimos un cementerio de mascotas. Sí conseguí al gato de mi hija, Smucky, muerto en la carretera, arrollado. Lo enterramos en el cementerio de animales y escuché a mi hija Naomi en el garaje después, la noche en que lo sepultamos. Oía estos ruidos, ella alborotando herramientas. Lloraba y decía "Devuélvanme a mi gato. Que Dios se busque su propio gato". Yo sólo eché eso dentro del libro. Y Owen de verdad fue corriendo hacia la carretera. Era un niñito, apenas dos años. Y le grité "¡No lo hagas!" Y él, por supuesto, se ríe y corre más rápido porque es lo que los niños hacen a esa edad. Y yo de verdad fui corriendo y me lancé hasta derribarlo en el suelo, a poca distancia de la carretera. Y el camión pasó, como un trueno. Así que eché eso dentro del libro también.

Y luego te dices a ti mismo, hay que ir más allá. Si vas a hablar de este horrible proceso (la muerte de un hijo), tienes que hacerlo como es. Y lo hice. Estoy orgulloso porque llegué lo más lejos que podía con ese libro, pero al final era horrendo. Muy terrible. O sea, no hay esperanzas para nadie al final de ese libro. Siempre le doy mis borradores a mi esposa Tabby para que los lea, pero este no. Lo terminé y lo dejé encerrado en el escritorio. Trabajé en Christine, que fue más cómodo, me gustaba más y fue publicado primero.

- Stephen King.